EDUCACIÓN POPULAR
Recife, Pernambuco, 19 de septiembre 1921 - San Pablo, 2 de mayo 1997 |
Hubo varias propuestas sobre una educación alternativa, pero es en los años 60 con Paulo Freire que la educación popular surge y se fortalece, e incluso se posiciona como una tendencia pedagógica en toda América latina. Esta educación se desenvuelve en los sectores populares y como desde estos y sus intereses, se busca la transformación de la comunidad en su conjunto, sin embargo no solo individuos pertenecientes a estos sectores pueden desarrollar propuestas de educación popular, puesto que esta se puede realizar de igual manera por personas fuera de estos grupos, pero que compartan los mismos intereses. En esta forma educativa por lo tanto se centra en la vida del sujeto, para aprender de sus vivencias, historias personales o experiencias para así poder construir una pedagogía emancipadora donde cada persona se encuentre comprometida con su propio ser y puedan ser guías para un mejor destino, de esta manera se reconoce que hay infinidad de saberes provenientes de la comunidad que enriquecen el conocimiento, y por lo tanto no es solo en la escuela donde estos surgen. Por esta razón la enseñanza no se considera una transmisión de conocimiento como la educación tradicional se plantea, por el contrario se promueve crear las posibilidades para su producción o construcción.
Con esto se rompe con la
jerarquización de la escuela tradicional, pues en palabras de Freire “Nadie lo conoce todo ni nadie lo desconoce todo; nadie educa
a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediados por el
mundo”, cada uno aporta desde su propio ser, para el fortalecimiento y
enriquecimiento del conocimiento, quien enseña, aprende y quien aprende, enseña,
aun así se debe tener conciencia de las limitaciones del saber de cada persona,
lo que quiere decir, es reconocer hasta donde llega mi saber y como puedo
incrementarlo u orientar a los demás a que vayan en búsqueda de la ilustración
que yo no les puedo ofrecer. Ahora lo
que se debe o no conocer, se orienta a los propósitos de dicha práctica
educativa. Todo en función de la emancipación que debe ir dirigida a comprender
y construir libertad, de formar individuos con un pensamiento crítico y
autónomo que serán el fundamento para la construcción de una ciudadanía
preocupada por su entorno o realidad, que no solo puedan leer su contexto, si
no de igual manera poder entender las problemáticas que se dan en este. Tanto
la realidad y sus problemáticas deben ser incorporadas en la enseñanza, ya que la
realidad tiene que entrar a la escuela, y esta tiene que salir a la comunidad,
por tal motivo es de importancia la construcción de seres humanos autónomos que
puedan ofrecer su opinión de una forma argumentativa y sin temor. Para esto,
entra juego una pieza esencial, la cual es el dialogo, que no solo es una
simple herramienta didáctica, sino
es la posibilidad de constituirnos como individuos capaces de analizar nuestra
sociedad; a través de la conversación basada en una práctica compartida, es
reconocer mediante el dialogo las necesidades de los demás y mi forma de actuar
ante ellas. La realidad en la
que tanto se hace énfasis, no solo es el punto de partida de la educación si no también su punto de llegada, por ello
la educación liberadora tiene como finalidad aportar a la elaboración de una
sociedad más justa, donde se supere la existencia de opresores y
oprimidos o excluyentes y excluidos, pues esta educación tiene como
intencionalidad ética la inclusión de sectores que han sido excluidos toda su
vida, en varios aspectos tanto en política, educación, edad, cultura, etc. Pero
además no solo se habla de inclusión de estos sectores, de igual forma de
personas que estén en disposición de generar una transformación.
Inmerso en
esta forma de enseñanza, aparece la figura del educador, el cual debe tener un
compromiso ético-político por la edificación de un mundo más imparcial; no
puede perder su capacidad de indignación, de ser impasible frente a las injusticias,
la opresión, la discriminación y la explotación; debe mantener y promover la
esperanza para que se pueda superar el orden establecido injusto. No puede
haber innovación o búsqueda sin esperanza, perderla es disipar la posibilidad
de cambiar el mundo y de conocerlo. Por esto la educación popular se plantea
una pedagogía de la esperanza que supere el conformismo y las desilusiones que
la clase dominante quiere imponer a toda costa.
Por último la
educación debe tener un carácter político, en el cual se pueda forjar un nuevo
futuro, cualquier proyecto de transformación que no esté acompañado por la
educación, se pierde. Y como la educación desde la perspectiva sociológica es
vista como un hecho social que abarca toda la vida, no solo se la puede
plantear simplemente como escolaridad como la educación tradicional la observa.
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